Podemos, la transformación de la política española

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MADRID. Hace cinco años, Pablo Iglesias era profesor de ciencias políticas en una facultad madrileña con tradición de activismo político. Otrora militante comunista de un barrio obrero, había viajado a Venezuela y Bolivia para instruir a los dirigentes izquierdistas de esos gobiernos acerca de temas como “el ascenso y la futura decadencia del sistema capitalista mundial”.

Hasta que sucedió algo que cambió su vida y la política española. Iglesias, que luce una distintiva colita, fundó junto con otros la agrupación izquierdista Podemos, que a pocos meses de su creación logró varias bancas en el Parlamento Europeo aprovechando el malestar generado por las medidas de austeridad y la corrupción, y ahora lidera la cuarta fuerza política del país, que, combinada con otro partido renegado, amenaza con alterar el orden establecido de la política española.

Podemos le está restando apoyo al Partido Socialista, que se ha alternado en el poder con los conservadores del Partido Popular desde la década de 1970.

Ponerse de acuerdo con otras formaciones de izquierda tras las elecciones generales de noviembre les podría abrir un hueco en el próximo gobierno, según los últimos sondeos. Pero Iglesias no se plantea alianzas.

“Yo soy de izquierdas, pero no quiero construir una fuerza política sólo para gente de izquierdas, o con símbolos de izquierdas, sino para todos aquellos que quieren cambiar”, aseguró Iglesias.

El gran interrogante es hasta qué punto Podemos y el centrista Ciudadanos podrán sacudir el status quo y cuál de esas dos agrupaciones nuevas adquirirá más peso en el nuevo mapa político español. Las elecciones del 20 de diciembre, en todo caso, llegan poco después de las victorias del partido de ultraizquierda Syriza, un aliado de Podemos, en Grecia, y de Jeremy Corbyn en las consultas internas del Partido Laborista británico.

Ha canalizado la indignación ciudadana contra la “casta”

Las encuestas indican que el Partido Popular del presidente del gobierno Mariano Rajoy está adelante, pero sin esperanzas de revalidar la mayoría absoluta de la que goza desde el 2011. Eso quiere decir que el PP necesitará aliados y los partidos más pequeños resultarán decisivos a la hora de armar gobiernos.

Gracias en parte a las enérgicas y frecuentes apariciones de Iglesias en televisión, Podemos ha canalizado la indignación ciudadana contra los políticos tradicionales, a los que llama “la casta”. En un contexto de crisis económica, sus propuestas de programas sociales y de rebelión ante las instituciones han encontrado eco entre los españoles, poco acostumbrados a ver un político con coleta y sin traje y corbata.

“El gran acierto de él es precisamente la coleta”, señaló a Associated Press Felicísimo Valbuena, experto en comunicación política y profesor de la Universidad Complutense de Madrid, que comparaba esa señal con características distintivas de personajes históricos como el bigote de Stalin o el puro de Churchill.

“Se reían de él, y ese ha sido el mayor favor que le han hecho porque le han hecho la propaganda total”, agregó.

Tras las elecciones municipales del pasado mayo, Podemos controla ayuntamientos de ciudades como Madrid, Barcelona o Cádiz, a menudo con candidatos independientes. La formación se ha consolidado en las encuestas como tercera o cuarta fuerza política española, aunque ha perdido ímpetu en relación con los años más duros de la crisis, cuando competía por el primer y segundo puesto en las encuestas.

Un sondeo reciente situaba a Podemos en cuarta posición con el 14,1% de los votos, por detrás del 23,5% del Partido Socialista y el 23,4% del Partido Popular. En tercer lugar quedaría Ciudadano con un 21,5 % de apoyo, según la encuesta realizada en octubre por Metroscopia para el diario El País.

Las divisiones internas que han surgido en Podemos no ayudan, señaló el analista Antonio Barroso, de la consultora de riesgo político londinense Teneo Intelligence.

“Está claro que hay dos corrientes en Podemos: Una que quiere acercarse al centro y otra que quiere quedarse en la izquierda. Y a los españoles no les gustan los partidos divididos”, expresó la consultora. “El segundo problema es la falta de un programa político concreto”.

“Iglesias es un candidato formidable. Es muy bueno en los debates, pero también es capaz de manejar la nueva política, ir a la televisión y a toda clase de debates, hablar con la prensa y utilizar medios sociales”, comentó Barroso. “Ha podido construirse una marca personal muy deprisa”.

Sus detractores citan su conexión con el gobierno venezolano

Sus detractores han tratado de presentarle como una amenaza para la estabilidad. Su conexión con el gobierno venezolano y sus elogios al fallecido presidente venezolano Hugo Chávez han inspirado muchos titulares críticos en la prensa conservadora.

“Creo que, como en otras muchas democracias, hay cosas que se hacen bien y cosas que se hacen mal”, dijo Iglesias a la AP, aludiendo a la constitución venezolana de 1999 como un triunfo y a la corrupción, inseguridad o la dependencia del petróleo como problemas sin resolver en el país sudamericano.

La formación, que defiende un modelo de toma de decisiones a partir de asambleas de base, ha moderado sus mensajes en cuestiones como los desalojos de personas que no pueden pagar sus viviendas, aunque mantiene propuestas como la reestructuración de la deuda pública. También quieren reducir la semana laboral de 40 a 35 horas y ofrecer subsidios a los trabajadores con sueldos más bajos para que ingresen al menos 900 euros mensuales.

Barroso señaló que la legislación europea impediría la renegociación de la deuda y otra propuesta de Podemos, la de estudiar la nacionalización de algunas empresas públicas. “Si quieren ser un partido de gobierno, tienen que dar con propuestas creíbles”, señaló.