La fiscalia belga sobre la matanza de París: “Estamos lejos de completar el puzzle”

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La cautela vuelve a las autoridades belgas tras la celebrada detención de Salah Abdeslam, el único de los autores de la matanza de París que sigue vivo. El fiscal federal, Frédéric Van Leeuw, ha señalado este lunes que aún hay cabos sueltos en la investigación de los atentados de París. «Es un puzle con muchas piezas y en estos últimos tiempos bastantes de ellas han ido encajando, pero aún estamos lejos de haberlo completado», ha asegurado.

La pieza más cotizada de ese rompecabezas al que se enfrenta la policía belga, Salah Abdeslam, ya está sobre el tablero, y si como ha anunciado su abogado, está dispuesto a colaborar con la justicia, su testimonio puede ser útil para completarlo: «No tenemos una cronología exacta de los hechos. Es algo que deberá contarnos», ha añadido Van Leeuw.

En la comparecencia ante los medios también ha participado su homólogo de París, François Molins, que busca acelerar la extradición de Abdeslam a Francia para que sea juzgado allí, algo que el terrorista rechaza. Ambos fiscales han explicado que más allá de las averiguaciones sobre París, se han abierto en lo que va de año 60 investigaciones sobre terrorismo en Bélgica —en todo el año pasado fueron 315— y hay en curso 244 en Francia en las que hay implicadas 772 sospechosos.

Para conjugar esta amenaza han hecho hincapié en la importancia de la cooperación entre las fuerzas de seguridad de ambos países, una colaboración que se ha intensificado en los últimos tiempos, con agentes franceses realizando registros junto a la policía belga, muy criticada por haber tardado más de cuatro meses en localizar a Abdeslam.

El fiscal belga ha ironizado a la pregunta de si el terrorista planeaba nuevos ataques, después de que la semana pasada la policía hallara un kaláshnikov y munición en la vivienda de la que escapó en el barrio de Forest: «No creo que fueran para ir de picnic».

Tras su arresto, las investigaciones continúan. Este mismo lunes la Fiscalía belga ha informado de que busca a Najim Laachraoui, de 25 años, —retornado de Siria, adonde viajó en febrero de 2013— después de identificarlo como uno de los cómplices del terrorista más buscado de Europa. Según ha informado la Fiscalía belga en un comunicado, las autoridades están tras sus pasos por haber alquilado una casa en el municipio de Auvelais, más de 70 kilómetros al sur de Bruselas, que sirvió para preparar los atentados, y que la policía registró el 26 de noviembre, 13 días después de los ataques del ISIS en la capital francesa.

«Restos de ADN de Najim Laachraoui han sido encontrados tanto en el piso alquilado en Auvelais como en el apartamento de Schaerbeek utilizado por el grupo terrorista», señala la Fiscalía. La policía ya había hallado huellas de Abdeslam y restos de explosivos en dicho piso de Schaerbeek, un barrio de Bruselas al que solo un canal separa de Molenbeek, el barrio de fuerte presencia musulmana en el que creció Abdeslam y del que provienen algunos de los autores de los ataques de París.

Laachraoui era conocido hasta ahora por las fuerzas de seguridad como Soufiane Kayal, la identidad falsa con la que alquiló la vivienda y con la que fue detectado en un control en la fronteras de Hungría y Austria el 9 de septiembre pasado, dos meses antes de los atentados. De los tres hombres que fueron identificados ese día en la inspección policial, todos ellos con pasaportes falsos, Laachraoui es el único que permanece huido: Salah Abdeslam, detenido el viernes pasado, espera en la cárcel belga de Brujas noticias sobre su posible extradición a Francia yMohammed Belkaid fue abatido la semana pasada por un francotirador de élite belga cuando se disponía a disparar desde la ventana del piso en que se había atrincherado durante un registro policial en el barrio bruselense de Forest.

La búsqueda de las autoridades belgas se centra ahora mismo tanto en Laachraoui como en Mohamed Abrini, de 31 años, amigo de la adolescencia de Abdeslam y en cuya compañía fue visto dos días antes de los atentados de Parísal volante del Renault Clio que los yihadistas utilizaron durante la masacre.