La humanidad actual se encuentra sumergida en el consumismo absoluto, aparenta en principio que todo se compra y se vende.
La Republica Dominicana no escapa a esa situación de comercio, y se ha denunciado, que hasta las sentencias se compran y se venden, lógicamente sólo la pueden comprar los que tienen mucho dinero, influencia, poder político o muy buenas relaciones. El consumo se considera como aquella capacidad que tienen los mercados de colocar productos que alcanzan una rápida venta, entre aquellos que tiene mucho poder adquisitivo; de ahí se desprende que para las sociedades modernas sólo tienen valor los que tengan mayor capacidad de consumo y ese consumo no se realiza a través del trueque como en la antigüedad, se realiza a través del dinero efectivo, de operaciones económicas bancarias, de moneda de cambio, y el que no cuenta con el dinero suficiente no tiene ningún valor social.
El derecho no escapa a esa situación, los mejores abogados, los más influyentes, los más conocedores, rinden sus servicios a lo más ricos, y los pobres o no tienen abogados, o le asignan un defensor público, o se hunden en la cárcel.
Es increíble la capacidad de arrastre que tiene el dinero, pues llega tan lejos que tiene la capacidad de cambiar los colores de las personas, la percepción moral de ellos mismos y las que otros tienen de ellos. Se ha dicho que hasta el amor se compra con dinero, lógicamente el dinero compra todo lo que está en venta.
La aplicación del derecho en la sociedad moderna guarda una estrecha relación con el poderío económico y político, nadie llega a hacer poderoso políticamente si no tiene mucho dinero, y nadie tiene mucho dinero si no realiza practicas indebida de corrupción absoluta y perversa, que luego le llenan los bolsillos de dinero, y una vez con tanto dinero ya no viven en el mundo natural de los humanos normales, sino en su propio mundo, donde no caben los pobres, los marginados, los indigentes, los que aspiran a vivir bien, los que alegan tener derechos personales o fundaméntales.
Existen excepciones de personas que consiguieron dinero trabajando, pero una vez lo consiguieron también entran en el mundo de los ricos, de los poderosos, y de aquellos que necesitan ser cuidado de la amenaza que representan los pobres.
Las declaraciones emitidas por el Presidente del Tribunal Constitucional. Dr. Milton Ray Guevara, en el sentido de que ¨el código procesal penal es un código de los delincuentes” y la del Presidente de la Suprema Corte de Justicia y del Consejo del Poder Judicial Dr. Mariano German Mejía, de que “hay que reformar el código procesal penal, para obstaculizar la facilidades de los imputados”, no son más que declaraciones del consumismo, es decir la demostración clara y evidente de que estos dos señores entraron a la clase de mayor consumo, son ricos, y sus familias en la actualidad viven y comen muy bien, y ya no soportan a los pobres cerca de ellos. También la mayoría de dirigentes del PLD son ricos, y por esta razón se convierten en adulones de las declaraciones asquerosas de los presidentes de esas dos “Altas cortes”.
Debe esperarse que volverán a reformar el código procesal penal, y que en la República Dominicana cada día habrá menos garantía procesales que las que ahora casi no existen, las personas volverán hacer víctimas de los policía y de todo aquel que lo quiera trancar sin razón, porque cuando acudan a un tribunal a buscar justicia, encontraran a jueces con la barriga jarta de dinero, cuya única misión será proteger sus puestos y castigar la pobreza, que representa para ellos un peligro de seguridad pública y de política criminal correctísima.
Respuestaprocesal.com.do, lamenta el rumbo que ha tomado la sociedad dominicana, rechaza de manera tajante y absoluta, las declaraciones contra el código procesal penal emitida por los Presidentes del Tribunal Constitucional y de la Suprema Corte de Justicia, llama la atención de la clase jurídica dominicana, aquellos que no tienen intereses particulares como los periodistas pagados que defienden lo indefendible, a los fines de que manifiesten sus opiniones, para que quede constancia, de que no todos los dominicanos han traicionado la patria, convirtiéndose en declarantes contra la normas legales, los pobres y sus derechos fundaménteles y marionetas del poder económico perverso.