Después de varios siglos de fundación, la Nación Dominicana se nota un poco diferente, pues ha servido su vejez para recapacitar en contrario, sobre su función en el mundo de hoy y la revolución de los derechos. Dentro de ellos; los humanos, reconocidos por todos los países del mundo aun cuando no estén de acuerdo.
Respetar los derechos humanos, no es una opción, es una obligación nacional e internacional, pero a aquí, en este territorio se intenta dar un giro a esta realidad legal, y por el contrario la intolerancia a la libertad de expresión aumenta, el desconocimiento de los derechos ajenos se hace una realidad y eso ya comienza a producir sus frutos, que no son nada positivos.
No se debe confundir «Soberanía Nacional con Resistencia Nacional», pues son dos cosas diferentes. La primera es una expresión autónoma del Estado, hermosa cuando no se usa sólo en coyuntura política y se mueve toda una nación al patriotismo rancio, sin objeto real y guiándolo a que aprendan a irrespetar los organismos internacionales y con ello, la ley nacional, que luego de conseguido los objetos momentáneos políticos traerán más mal, que bien.
Los presidentes de los poderes públicos llaman la nación a unirse en el sentimiento nacional de patriotismo, como si estuvieran en guerra, pero no lo llaman a movilizarse contra estos mismos, a los fines de obligarlos a respetar la autoridad ciudadana y el mandato correcto y sin subordinación. Es decir, intentan confundir los tontos muerto de hambres, que como éstos mismo han dicho, no piensan por la falta de ingesta.
Dios nos ayude a superan esta desgracia política, esta etapa perversa de hipocresía nacional, este derroche de dinero del pueblo, esta ceguera general.
Finalmente la resistencia, representa una obstinación perversa y dañina de permanencia en el poder, solo para beneficio personal, y cuando la misma esta presente el grupo que la promueve, no respeta nada ni a nadie y es capaz de llevar una nación a un levantamiento armado, no importando las consecuencia negativa para sus pobladores.
No existe la menor duda, de que los debates están abiertos ya en la República Dominicana, en lo relativo a la credibilidad de la eficacia de las actuaciones del poder judicial.
Solo veremos algunas opiniones, unas nacionales y otras desde el exterior.
El embajador de los Estados Unidos James Brewster, con voz calmada y sin ánimo de involucrase en asuntos internos, dejó claro la preocupación de su país por el curso que lleva la justicia y no es para menos, pues el mismo es representante de la nación más democrática de América y que obliga al cumplimiento fiel y cabal de sus leyes, y al encontrase en un país que casi se neutraliza en la eficacia de la aplicación de la ley cualquiera lanza el grito al cielo aunque venga del planeta Plutón.
Luego aparecieron las declaraciones del propio presidente de la Suprema Corte de Justicia Dominicana, quien en un acto tubo valor y coraje, para explica que la justicia vive sus mejore tiempos, pero parece que esto irritó algunos sectores de la nación, quienes de inmediato lo acusaron hasta de irresponsable, para no mencionar los otros términos que se utilizaron en su contra.
Cualquiera como presidente de la Suprema no diaria lo contrario, pero si se cuidarían mas, solo en la forma de decirlo, porque si alguien aun hambriento le dice que las cosas están muy buenas, perdería fácilmente hasta la vida, ya que los hambrientos son capaz de cualquier cosa, y es mejor dejarlo tranquilo que se mueran de hambre y cuando ya estén muertos en su funeral se discursea diciendo que murió porque no vio que buenas estaban las cosas,.
Repuestaprocesal.com.do, le duele lo que expresara a continuación, pero las percepciones del embajador de Estados Unidos y los sectores nacionales, se ajustan a la verdad, además creemos que las situaciones no están para tratar de contraponerse a la realidad que todo el mundo ve y siente, es mejor trabajar rápido para mejorar las desgracias que le han echado al poder Judicial Dominicano, y que si llega a mejorar que sea el pueblo que lo diga y no sus representantes, para que no se vean tan desmeritados.