BRASILIA. La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, reiteró hoy en que “nunca se combatió tanto la corrupción” en el país como en su Gobierno y subrayó su deseo de que “las duras sanciones de la ley recaigan sobre todos aquellos que practicaron actos ilícitos”.
La mandataria se pronunció así durante un acto en el que inicio un nuevo mandato el procurador general de la República, Rodrigo Janot, uno de los principales responsables por la investigación de las corruptelas en la petrolera estatal Petrobras, que han salpicado a medio centenar de políticos, en su mayoría de la base de apoyo a Rousseff.
En su discurso, la presidenta subrayó su respeto por la plena independencia del Ministerio Público y por las investigaciones que lleva a cabo, pero también volvió a enviar un mensaje a los partidos de oposición que intentan promover un juicio político con miras a su destitución.
“Todos queremos un país en el que la ley sea el límite”, en el que “los jueces juzguen con imparcialidad, sin pasiones políticas”, y “los políticos luchen por el poder con los votos y acepten el veredicto de las urnas”, declaró la mandataria, reelegida en 2014 para un segundo mandato que comenzó el pasado 1 de enero. Rousseff también instó a que “el debate de ideas se dé en un ambiente de civilidad y respeto” y pidió que “todos contribuyan para que el respeto y la diversidad vuelvan a imperar”.
Según Rousseff, “en estos tiempos en que la lucha política genera calor, cuando debía emitir luz, se hace más relevante el papel del Ministerio Público como defensor de la ley” y de los principios democráticos.
“Esta democracia no es perfecta, porque nosotros no somos perfectos, pero tenemos que defenderla para mejorarla, no para sepultarla”, dijo Rousseff, quien citó de esa forma al expresidente de Uruguay José Mujica.