Perú encara elecciones de 2016 con una fuerte indecisión

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LIMA. Perú afronta en 2016 unas elecciones presidenciales marcadas por una fuerte indecisión de los votantes y un amplio abanico de opciones de derecha que lidera Keiko Fujimori, la hija del encarcelado exmandatario Alberto Fujimori (1990-2000), en su segundo intento por alcanzar la jefatura de Estado.

Los indecisos rondan el 40 % y superan el 30 % de la intención de voto en la que se mueve Fujimori, según las últimas encuestas publicadas en los medios locales.

Sin opciones claras de que algún candidato alcance el 50 % de los sufragios en la primera vuelta del 10 de abril, los comicios parecen abocados a una segunda rueda entre los partidarios del regreso del fujimorismo al poder y los contrarios a ello, como sucedió en 2011 cuando fue electo el actual presidente, Ollanta Humala.

Hasta ahora Fujimori no ha superado el pico del 35 % de preferencias en el último año a pesar de sus intentos por desvincularse del legado de su padre, como cuando reconoció la corrupción de sus gobiernos y cuando dejó fuera de las listas del Congreso a los parlamentarios más afines al expresidente.

Sin embargo, Keiko Fujimori continúa sin aclarar si, de ser electa, aplicará el indulto presidencial para excarcelar a su padre, condenado en 2009 a 25 años de prisión por delitos de lesa humanidad y corrupción.

Enconada batalla

La plaza para disputar la Presidencia a Keiko Fujimori se encuentra en una enconada batalla entre el exministro de Economía Pedro Pablo Kuczynski, el empresario César Acuña y el expresidente Alan García.

Kuczynski no pasa del 17 % en la intención de voto, a pesar de que Mario Vargas Llosa le dio su beneplácito, ya que le cuesta desprenderse de la etiqueta de “candidato de los lobbys” puesta por sus contrincantes y por su nacionalidad estadounidense, de la que afirmó haber renunciado para postular a la Presidencia.

Acuña, expresidente de la región norteña de La Libertad y fundador de dos universidades privadas, aglutina el 12 % de los votos y es el candidato con más proyección por ser una cara nueva en el panorama nacional y promocionarse como un hombre hecho a sí mismo desde unos orígenes humildes y provincianos.

El empresario tiene el mérito de haberse hecho fuerte en Trujillo, capital de La Libertad, un histórico granero de votos del Partido Aprista Peruano (PAP), la formación de Alan García, pero sus oponentes lo acusan de utilizar su riqueza para comprar voluntades políticas.

Alan García, por su parte, se queda con un 8 % de las preferencias y recientemente fue relegado al cuarto lugar.

Al expresidente le perjudica que sus contrincantes lo tilden de ser “el candidato de los narcos”, por el caso “narcoindultos”, en el que se conmutaron y redujeron condenas a traficantes de drogas de manera irregular durante su segundo mandato (2006-2011).

En quinta posición se sitúa el expresidente Alejandro Toledo (2001-2006) que, con un 4,8 %, se encuentra lejos de llegar a la segunda vuelta electoral.

La intención de voto por el gobernante Partido Nacionalista es de momento muy poca, sin pasar del 2 %, por el alto rechazo a Humala y a su esposa, Nadine Heredia, investigada por una presunta financiación ilegal del partido y por el desencanto de la población al no ver plasmada “la gran transformación” prometida en la campaña.

El candidato del nacionalismo es el exministro del Interior Daniel Urresti, un general del Ejército retirado que tampoco levanta demasiadas simpatías tras verse procesado por el asesinato de un periodista en 1988.

En este contexto, Humala afronta la recta final de su Gobierno con los programas sociales y la reducción de la pobreza y de los cultivos ilegales de coca como sus principales baluartes, pero con las sombras de la inseguridad ciudadana y la desaceleración económica.

La única opción que se considera netamente de izquierdas es el Frente Amplio, pero su candidata, la congresista cusqueña Verónika Mendoza tiene un 2 % de las preferencias, pocos recursos para hacer una potente campaña y desavenencias en la coalición izquierdista.

De ahí que el líder político que gane más simpatía entre el amplio sector de indecisos tendrá muchas probabilidades de ocupar el sillón presidencial el 28 de julio próximo.