El viceministro administrativo de la Presidencia, José Ramón Peralta, dijo ayer que no permitirá que ensucien su trayectoria, asegurando que tanto en su vida privada como de servidor público ha tratado de manejarse siempre apegado a la ética y a la moral. Leonardo Faña, por su parte, dijo que reitera lo que dijo y no se retracta.
Peralta habló a su salida de la primera audiencia por la demanda por difamación e injuria que interpuso contra el agrónomo Leonardo Faña, del Frente Agropecuario del Partido Revolucionario Moderno (PRM), que lo acusa de tener una mafia en torno a la importación de alimentos.
La que sería la primera vista de conciliación, a la que se negaron estar dispuestas las partes, fue reenviada para el 27 de julio por pedido de los abogados de Peralta, quienes solicitaron un auxilio judicial para poder obtener una prueba.
“Esta demanda que nosotros hemos hecho y que hemos venido al tribunal la hacemos porque creo que es momento de ponerle un freno a las mentiras y a las falsedades que se dicen impunemente”, expresó.
Dijo estar consciente del sacrificio que implica ser un servidor público, y que como tal tiene que rendir cuentas, pero cree que todo tiene un límite, “sobre todo cuando se llega a la difamación y a la injuria”.
“No voy a dejar que se ensucie mi trayectoria, que he tratado de conducir apegado a los valores que aprendí en mi hogar, que me enseñaron mis padres y que he tratado de transmitir a mis hijos”, declaró Peralta y advirtió, que no descansará hasta que el asunto quede totalmente aclarado.
Aprovechó la ocasión para hacer un llamado a los políticos, a los que sugirió que la competencia se haga en base a planteamientos, programas, ideas y sobre todo la verdad.
Mantiene acusación. “La verdad no es difamar”, reiteró Faña, quien sigue firme en que no se retractará y que por el contrario, tiene forma para demostrar lo que dice. “Nosotros estamos dispuestos a probar todo lo que hemos dicho, palabra por palabra y no nos retractamos de ninguna manera, y lo que queremos es que sea un proceso rápido para que determinemos si yo tengo o no razón. Si yo dije mentira, yo tengo que pagar las consecuencias; ahora, si yo digo verdad, otro tiene que pagar las consecuencias, insistió el político perremeísta.