BRASIL. El ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva ingresó hoy en la sede de la Policía Federal de la ciudad de Curitiba, donde será recluido para empezar a cumplir su pena de doce de prisión por corrupción y lavado de dinero.
Lula llegó a Curitiba en avión procedente de Sao Paulo, donde se entregó a la Policía Federal en cumplimiento del auto de prisión dictado el pasado jueves por el juez Sergio Moro.
Cientos de simpatizantes y detractores, separados por un cordón policial de unos 30 metros de distancia, acompañaron el histórico momento apostados en los alrededores del recinto.
La Policía Federal tuvo que dispersar con gases lacrimógenos a partidario de Lula que protestaban en la puerta de la institución en el momento del aterrizaje del helicóptero en el que el expresidente fue trasladado hasta la prisión.
Los detractores del dirigente, por su parte, festejaron intensamente su encarcelamiento con pitos, cacerolazos y fuegos artificiales.
Lula, de 72 años, se entregó hoy a las autoridades después de pasar las dos últimas dos noches atrincherado en el Sindicato de los Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo, en la región metropolitana de Sao Paulo, arropado por simpatizantes que intentaron impedir por la fuerza la salida de su líder.
El líder del Partido de los Trabajadores (PT) cumplirá su prisión en una sala “especial” de unos 15 metros cuadrados y en cuyo interior hay una cama, una mesa con sillas, un baño privado y una ventana que da al patio interior de la sede policial.
Esta sala está aislada de la veintena de reclusos que están internados en la sede policial, siete de ellos por el caso de corrupción en Petrobras, por el que fue condenado Lula.
El exjefe de Estado (2003-2010) se encontrará, entre otros, con Renato Duque, exdirectivo de Petrobras, y Leo Pinheiro, expresidente de OAS, la constructora que dijo haberle cedido un lujoso apartamento en el litoral paulista a cambio de contratos con la petrolera y que motivó su condena.
También estará a pocos metros de la celda donde se encuentra el exministro Antonio Palocci, uno de sus principales correligionarios que pasó de defender a Lula a acusarle de firmar un “pacto de sangre” con la constructora Odebrecht, también implicada en la trama, que incluía “un paquete de sobornos” para el PT.
En caso de que sean rechazadas las futuras apelaciones, el tornero que se transformó en presidente estará durante al menos dos años en prisión en régimen cerrado.