Bogotá. En una pequeña oficina de la capital colombiana Pedro Lupera estudia copias de contratos, facturas e instrucciones para transferencias bancarias, todo parte de miles de páginas de documentos sacados a escondidas de Venezuela que espera provoquen la caída de Nicolás Maduro.
Otrora uno de los principales fiscales de Venezuela abocados a casos de corrupción, Lupera se fue de su casa en Caracas hace cinco meses con 400 dólares y apenas una muda de ropa.
Terminó en la vecina Colombia, donde es uno de media docena de fiscales exiliados y antiguos colaboradores de la destituida fiscal general Luisa Ortega que están trabajando con las autoridades de Estados Unidos y de otras naciones para tratar de reunir evidencia de irregularidades de parte de altos funcionarios venezolanos a los que acusan de destruir el país.
Por ahora no han logrado encausar a nadie, lo que algunos ven como un indicio de que Maduro ha logrado destruir el sistema judicial de Venezuela y de que Ortega, en su afán por labrarse un futuro político, prometió más de lo que puede cumplir.
Pero para Lupera y varios colegas la cruzada que libran a favor de Venezuela es algo muy personal.
