En canoa, tren y bicicleta a la cumbre del clima de París

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París. A bordo de dos trenes de alta velocidad, en bicicleta o remando en canoas, representantes de ONG, organismos internacionales y delegaciones nacionales llegaron hoy desde diferentes puntos de Europa a París, en medio de fuertes medidas de seguridad de cara a la cumbre del clima (COP21).

“Queremos mostrar que a la gente le preocupa el medioambiente. El cambio climático es una realidad, es muy importante, y tenemos que asegurar que los niños van a poder seguir persiguiendo sus sueños”, dice a Efe Jan Van Gorp, uno de los ciclistas que aún porta el maillot con el que ha recorrido en dos días más de 400 kilómetros desde la ciudad belga de Lovaina hasta París.

Le acompaña Bert Audbert, quien lamenta el tráfico de la capital francesa tras atravesar las calles aledañas a las famosas Galerías Lafayette sobre una bicicleta aerodinámica que parece inspirada en un sidecar o en el submarino del profesor Tornasol que acompañaba al belga Tintín en sus aventuras.

Solo una pequeña parte de las más de 340 personas que formaban el pelotón belga ha llegado a la embajada de Bélgica, el resto se ha quedado a 60 kilómetros de París.

“Es por las medidas de seguridad, no se puede acceder a la ciudad en grupos muy grandes”, explica Van Gorp.

Otras siete personas se han atrevido a desafiar las bajas temperaturas y la corriente para remar río arriba desde Bruselas a París a bordo de sus canoas, un recorrido que les ha llevado una semana por las vías fluviales que hace siglos eran las arterias por las que fluía la riqueza belga.

El grupo llevaba en sus kayak varios “mensajes para los líderes del mundo” que se reúnen este lunes en la COP21, afirma a Efe Richard Mardens, quien cuenta la sorpresa que le ha producido llegar al río Sena y descubrir que sus aguas están más limpias que algunos canales belgas.

“Era como remar en basura”, lamenta, mientras su compañero Depelchin Ludovic narra cómo necesitaban seguir remando para mantener el calor corporal frente a la nieve y la helada que una mañana llegó incluso a aprisionar las canoas.

En paralelo, más de doscientas personas se desplazaron a la capital francesa, que desde el lunes hasta el 11 de diciembre albergará la COP21, en dos trenes Thalys que partieron desde Holanda y desde la ciudad alemana de Bonn, donde se celebró la última ronda de negociaciones previa a la cumbre.

“La idea era traer a la gente que quiere participar en la cumbre contra el cambio climático desde diferentes puntos de Europa y hacer que se encontraran y se dirigieran unidos a París”, señala a Efe una organizadora del evento.

Ambos trenes hicieron una parada en Bruselas, donde se esperaba que la secretaria ejecutiva de la convención de la ONU para el cambio climático, Christiana Figueres, y los comisarios europeos de Transporte, Violeta Bulc, y el vicepresidente de la Comisión Europea (CE) y responsable de la Unión Energética, Maros Sefcovic, se unieran a la comitiva.

Sin embargo, la alerta por los atentados terroristas que costaron la vida a 130 personas en París el pasado 13 de noviembre ha llevado a la organización a blindar el evento, de modo que el programa fue rodeado de secretismo hasta última hora y se canceló la participación de altos cargos.

También declinaron la invitación en el ultimo momento varios ministros belgas, que prefirieron permanecer en la capital europea tras la situación de máxima alerta vivida a principios de semana.

Pese a las exhaustivas medidas de seguridad y la presencia de agentes armados en los pasillos del tren, el ambiente a bordo de los Thalys era dinámico y optimista, con un despliegue de molinillos en favor de la energía eólica, megáfonos para alzar la voz en favor del clima y una intercambio frenético de tarjetas de visita.

“La clave es que al acabar la cumbre, no leamos en los titulares que París ha sido un fracaso, como pasó en Copenhague”, asegura un espontáneo que toma la palabra en el vagón habilitado para las conferencias.

Tras llegar a la Estación del Norte de París, donde un fuerte dispositivo de seguridad franqueó la salida de los participantes, parte de la delegación se desplazó a la residencia del embajador belga en Francia, que dedicó unas palabras al “terrible ataque terrorista” que conmocionó tanto a Francia como a su país vecino, desde donde partieron varios de los autores.