WASHINGTON. El autor del tiroteo de este viernes en un centro de planificación familiar de Estados Unidos que incluye clínica de abortos pronunció comentarios contrarios a esas prácticas en el interrogatorio policial tras su detención, según informaron ayer medios locales.
El agresor, de 57 años e identificado como Robert Lewis Dear, dijo la frase «no más partes de bebés» en su conversación con los agentes y admitió su posición antiabortista, según explicaron fuentes oficiales a los medios bajo condición de anonimato.
Las autoridades a cargo de la investigación aseguran, no obstante, que es muy pronto para concluir que el agresor atacó la clínica de Planned Parenthood en Colorado Springs (Colorado) movido por su rechazo al aborto, uno de los servicios que ofrece el centro.
Dear está en custodia policial y el lunes tiene la primera cita judicial después de mantener en vilo este viernes a todo el país al atrincherarse armado con un rifle de asalto durante unas cinco horas en el centro, un suceso que se saldó con tres muertos y nueve heridos.
La fiscal general de Estados Unidos, Loretta Lynch, consideró en un comunicado que esta agresión no es solo un crimen contra la comunidad de Colorado Springs sino también «un crimen contra las mujeres que recibían servicios de salud en Planned Parenthood».
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, también emitió un comunicado sobre el suceso pero evitó cualquier referencia al hecho de que se trata de una clínica de abortos y se limitó a decir, como hace tras cada gran tiroteo, que «basta ya» y que se debe actuar para limitar el acceso a las armas.
Para la presidenta de Planned Parenthood en el área de las Montañas Rocosas, Vicki Cowart, está claro que el tiroteo estuvo motivado «por la oposición al aborto legal y seguro» del agresor, según comentó en varias entrevistas televisivas.
El alcalde de Colorado Springs, John Suthers, sugirió por su parte que «se podría llegar a conclusiones teniendo en cuenta el lugar donde ocurrió el suceso», según el Denver Post.
La exmujer del agresor, Pamela Ross, ha hablado con los medios y descrito al que fuera su esposo como un hombre fácilmente irritable, religioso, pero no habitual de la iglesia, conservador y antiabortista, pero sin obsesión por el tema.
Ross, que le denunció en una ocasión por violencia doméstica, explicó también que el agresor tenía armas en casa para cazar y por protección personal, pero asegura que jamás se le ocurrió que podría cometer un crimen.
En su historial policial aparece esa denuncia conyugal, otra por espiar a un vecino y otra por violencia contra los animales, pero nunca fue condenado.
Los testimonios de vecinos y conocidos que han aflorado tras el suceso hablan de una persona solitaria, un huraño que vivió los últimos años en caravanas y cabinas en áreas rurales aisladas de los estados de Carolina del Norte, Carolina del Sur y Colorado.
Se trata de un hombre blanco, de pelo canoso, barba blanca y complexión fuerte, según la foto divulgada por la Policía.
Planned Parenthood desconoce si su centro en Colorado Spring era un objetivo pero aseguró en un comunicado que seguirá proporcionando servicios reproductivos a pesar de «los extremismos que están creando un ambiente envenenado que alimenta el terrorismo doméstico» en el país.
Los centros de esta organización, que practican abortos entre otros numerosos servicios de planificación familiar y salud reproductiva, tienen una fuerte oposición entre los activistas antiabortistas y recientemente han sido objeto de duras críticas por parte de destacados miembros del Partido Republicano, entre ellos los aspirantes a la Presidencia en 2016.
La última batalla, que el Partido Republicano llevó casi a un cierre de Gobierno, fue a cuenta de unos vídeos grabados a escondidas y editados por un grupo antiabortista en los que miembros de Planned Parenthood hablan sobre la venta a investigadores médicos del tejido de los fetos abortados en sus clínicas.
Planned Parenthood aseguró que la edición de esos vídeos estaba hecha a propósito para llevar a conclusiones erróneas.
El centro de planificación familiar, que recibe 500 millones de dólares anuales de fondos federales, tiene 700 centros en todo el país y ofrece servicios a alrededor de 2,7 millones de mujeres.
Desde 1997, en Estados Unidos hubo al menos 73 ataques en clínicas de aborto, según datos de la Federación Nacional del Aborto.
Los ataques se remontan a 1973, cuando se legalizó el aborto a nivel nacional en Estados Unidos tras una sentencia del Tribunal Supremo.