NUEVA YORK. Alcanzar la igualdad de género pasa necesariamente por “transformar las reglas sociales” y los roles que subordinan a la mujer, sostiene la directora regional de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe, Luiza Carvalho.
“Debemos enseñar a los jóvenes a construir relaciones que sean de complementariedad, no de coacción ni violencia”, dijo Carvalho en una entrevista telefónica con Efe con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que la ONU celebra este viernes.
Alrededor de 60.000 mujeres son asesinadas cada año en Latinoamérica, algo que Carvalho atribuye a una “cultura machista” que se mantiene debido a la connivencia de la sociedad y a unos sistemas de justicia deficientes que lo hacen posible.
“Si la justicia demostrara que tiene capacidad de respuesta y cero tolerancia a la impunidad, esto llevaría a un cambio de actitud”, sentenció la directora, quien considera que el hecho de que muchos crímenes quedan sin castigo perpetúa la violencia.
Carvalho señaló la importancia de trabajar en los vínculos entre hombres y mujeres para acabar con esta lacra, mediante un proceso de concienciación “por el que tiene que pasar toda la sociedad”.
“Muchos hombres creen que acosar a una mujer en la calle, manosearla, amenazarla o mantenerla en una situación de dominio en su propia casa es algo normal”, denunció la directora.
En este sentido, subrayó la necesidad de involucrar a los hombres en la lucha contra la violencia y educar en “nuevas masculinidades” que promuevan relaciones de igualdad y de equidad y fomenten una cultura en la que hombres y mujeres tengan las mismas oportunidades.
“La educación es fundamental porque refuerza los valores y enseña a los jóvenes cómo comportarse en sociedad”, dijo Carvalho, que explicó que en América Latina las mujeres que sufren más violencia son las que tienen entre 15 y 19 años.
En opinión de Carvalho, la mayoría de los feminicidios son prevenibles, puesto que suele haber “un patrón de comportamiento” violento por parte del varón que se repite con el paso del tiempo hasta terminar en asesinato.
Por ello, llamó a los gobiernos a hacer un esfuerzo por recoger datos que ayuden a cuantificar la violencia y a proveer servicios de calidad a las víctimas que soliciten apoyo.
Para la directora, en muchos países de la región existe una ausencia de recursos para responder a esta problemática, por lo que insiste en que la solución pasa por “adoptar compromisos” desde los gobiernos y organismos públicos hasta el aparato judicial, que se materialicen en la aplicación de leyes y políticas públicas.
Carvalho destacó el modelo de “ciudades seguras”, un programa ya implementado en ciudades como Quito y Río de Janeiro, que cuenta con un protocolo de cuidado de áreas públicas, así como de prevención y respuesta al acoso sexual, para que las mujeres se sientan seguras al caminar por la calle o al acceder al transporte público.
“En sitios donde la mujer debería sentirse más protegida es donde con mayor frecuencia es víctima de violencia de género”, argumentó.
Además, recordó que las secuelas del maltrato y el asesinato de mujeres y niñas tienen un coste “que paga toda la sociedad”, puesto que no sólo conllevan gastos médicos, costes humanos y emocionales, sino también aquellos que afectan tanto a los presupuestos nacionales como a los de los hogares por la pérdida de ingresos y de productividad.
“No se valora lo suficiente el aporte y la presencia de la mujer en la sociedad…La promoción de la autonomía física, política y económica de la mujer deben caminar juntas”, declaró.
Este año la ONU puso en marcha la iniciativa “16 Días de Activismo contra la Violencia de Género”, que se extenderá desde este viernes y hasta el 10 de diciembre -Día de los Derechos Humanos-.
La iniciativa se presenta bajo el lema “Pinta el mundo de naranja”, una llamada a la acción con el objetivo de ampliar los fondos para poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas, con vistas a hacer realidad la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Este día tiene también un significado histórico, ya que el 25 de noviembre de 1960 fueron asesinadas en la República Dominicana -por órdenes del dictador Rafael Leónidas Trujillo- las hermanas Mirabal, tres activistas políticas que se convirtieron en el símbolo de la causa contra la violencia de género.