NUEVA YORK. — Cada vez que el conocido narcotraficante mexicano Joaquín “El Chapo” Guzmán comparece ante los tribunales de Estados Unidos, las autoridades que lo trasladan desde y hacia la cárcel bloquean el puente de Brooklyn para abrir paso a una caravana de vehículos que incluye un equipo SWAT y una ambulancia, vigiladas desde el aire por helicópteros.
Las intensas medidas de seguridad se han vuelto un espectáculo tan público que los abogados de Guzmán argumentan que afecta sus posibilidades de un juicio justo este año en Brooklyn, al prejuiciar al jurado. Dicen que la solución es trasladar el caso a una corte en Manhattan que está conectada con la cárcel donde está detenido en solitario.
El operativo actual crea la impresión de que “este hombre es culpable, que este hombre es peligroso”, dijo el martes el abogado William Purpura luego de una audiencia previa al juicio.
Durante la audiencia, el juez Brian Cogan dijo que aún estaba analizando el cambio de localidad, algo que los fiscales afirman que no es necesario.
También tiene que dar su fallo a una demanda de la defensa de que el gobierno entregó evidencia que podría ayudar su caso.
Algunas declaraciones de testigos “indican específicamente que el señor Guzmán no era líder, ni un líder, del llamado cártel de Sinaloa ni alguna otra organización de narcotráfico”, dice un documento de la defensa.
Guzmán se ha declarado inocente de acusaciones de que su cártel de Sinaloa lavó miles de millones de dólares y perpetró numerosos asesinatos y secuestros. De ser hallado culpable durante el juicio, que iniciará en septiembre y durará varias semanas, podría ser sentenciado a cadena perpetua.
Las autoridades han justificado las intensas medidas de seguridad en torno a Guzmán al señalar que se ha fugado en dos ocasiones de prisiones de alta seguridad en México. La segunda ocasión, fue a través de un túnel de 1,6 kilómetros (una milla) de largo, excavado hasta la ducha de su celda.
Desde que fue extraditado a Nueva York en enero, Guzmán se ha quejado de forma frecuente de sus condiciones de encierro. En una carta dijo que la luz de su celda, donde pasa 23 horas al día, está prendida todo el tiempo y que la temperatura es o “muy caliente” o “muy fría”.
Como consecuencia, Guzmán dijo que tiene problemas para dormir, sufre de dolores constantes de cabeza y vómitos diarios. “Es una tortura de 24 horas, cada día”, escribió.
Al preguntársele el martes si Guzmán tenía permiso para ver a jugar a la selección de México durante la Copa Mundial, Purpura negó con la cabeza y respondió: “No. Quisiera”.