TURQUÍA. La fotografía de un niño sirio de 3 años, ahogado en una playa de Turquía, es atormentadora.
Capta todo lo que no queremos ver cuando encendemos los teléfonos o abrimos el diario: una terrible guerra civil, una oleada de refugiados, la muerte de los inocentes.
Principalmente a causa de las redes sociales, la imagen del pequeño Aylan Kurdi expone el dolor de la crisis migrante en Siria al resto del mundo. Aylan murió junto a su hermano de 5 años, y su madre, cuando su pequeña balsa de plástico naufragó en camino a Grecia.
“Es una imagen muy dolorosa”, dijo Peter Bouckaert, quien como director de emergencias en Human Rights Watch ha atestiguado una buena dosis de escenas similares. “Me sacó lágrimas la primera vez que la vi en mi teléfono. Pensé varias veces si compartirla o no”.
Pero la compartió. Bouckaert, quien está en Hungría viendo cómo se desarrolla la crisis, dijo que las personas deben ser forzadas a ver este “grotesco espectáculo” para que presionen a los gobiernos a ayudar al pueblo sirio.
Pero, ¿la perturbadora imagen hará que las personas emprendan acciones? ¿Será como otras imágenes imborrables, como el buitre acechando al niño hambriento en Sudán, la niña huyendo del ataque con napalm en Vietnam, el niño en los brazos del bombero tras los ataques de Oklahoma City?
¿O será una de tantas imágenes en las redes sociales, perdida en medio de los restos flotantes?
“Una de las cosas de esta historia es que es muy difícil que el mundo la comprenda”, dijo Al Tompkins, miembro facultativo del Instituto Poynter, un centro de estudios mediáticos en St. Petersburg, Florida. “Sin importar la tecnología, una imagen emblemática en particular aún nos puede llegar de varias maneras”.
Y esa imagen en particular es a menudo la de un niño. Ese fue el hecho que perturbó a tantas personas alrededor del mundo.
Kathleen Fetters-Iossi, una escritora de ficción de 47 años de edad de West Bend, Wisconsin, espera que las personas compartan la imagen para crear consciencia, y después hagan algo para ayudar de alguna manera. Pero duda de que esto resulte en acciones concretas.
“La mayoría de los estadounidenses, si es que apenas se están enterando del asunto, sentirán que no hay nada que podamos hacer”, dijo. “Sienten que como no podemos manejar nuestros propios problemas migratorios, mucho menos los de Europa. Las redes sociales pueden ayudar a crear consciencia a más niveles, pero a fin de cuentas el ‘activismo en clics’ no ayudó a las niñas de Nigeria y no va a ayudar a esos migrantes”.
En Grecia, Alicia Stallings, madre de dos, dijo que no quiere ver la imagen. Es algo que sucedió muy cerca de su casa.
“Veo a mis hijos nadar y jugar en el Mar Egeo y a veces me aterro al pensar que nadan en las mismas aguas en las que niños como ellos se ahogan todos los días”, escribió en un correo electrónico.
“Uno odia que sea un suceso como éste el elemento que dispare acciones, tenemos un corazón muy duro si podemos ignorar los cientos de ahogamientos que suceden a diario. Pero la escala es vasta, y para los humanos es más fácil comprender una tragedia en específico, si viste y calza como nuestros hijos”.