Paralizada de golpe por la pandemia, la justicia no tenía otras alternativas que la de ir a la virtualidad para que sus procesos no se detuvieran por esta causa.
Ahora es más ágil, más expedita, más productiva, porque se ha afincado en las últimas tecnologías para permitir que jueces y abogados, aparte de los usuarios de otros servicios judiciales, trabajen interconectados.
Si la obligatoriedad de las cuarentenas y restricciones por la pandemia trastocaron las tradicionales formas de ejercicio de nuestras actividades cotidianas, así pasó con la justicia.
Por suerte, los preparativos previos hacia una gradual automatización y virtualización de sus procesos antes de la inesperada catástrofe, hizo que la maquinaria pudiera funcionar más de modo virtual que presencial.
Este será, de ahora en adelante, su formato de futuro.
Obviamente, habrá que modificar leyes y reglamentos para adecuarlos a la nueva realidad, tal como deberá hacerse en otras esferas de la actividad humana, tal es el caso de la educación a distancia a todos los niveles.
El presidente de la Suprema Corte de Justicia, doctor Luis Henry Molina, abanderado de la modernidad, ha logrado encarrilar el sistema y amplificar sus alcances y la productividad de las operaciones judiciales al desplegar una plataforma digital capaz de manejar todos los procedimientos de la época pasada, con más agilidad y seguridad.
Así como marcha ahora la maquinaria procesal u operativa de la justicia, así veremos en un futuro las transformaciones ineludibles de otras actividades de la cotidianidad. Es la nueva realidad que se aposenta, quiéranlo o no los que se resistan a la transformación.