Yo no puedo venir aquí al tribunal y negar que yo disparé; sería un irresponsa ble”. Con estas palabras admitió Blas Peralta que fue él quien realizó los disparos que terminaron con la vida de Mateo Aquino Febrillet, exrector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, el 11 de marzo del año pasado.
Luego de que los otros tres coimputados en el caso lo señalaran como la persona que disparó al vehículo en que viajaba Febrillet y admitieran su participación en el hecho. Peralta, quien primero se reservó declarar, volvió a pedir la palabra para admitir con serenidad lo que todos le atribuían.
“A mí se me presenta como el monstruo de la laguna verde y como un asesino; yo no soy ni un asesino ni un criminal, como se me ha querido vender”, dijo en su introducción el empresario del transporte.
Peralta, a quien el Ministerio Público acusa de asesinar al académico, alegó que no sabía que Febrillet iba en el vehículo en el que perseguía a Eduard Montás, luego de que este le agrediera en un restaurante, donde se habían reunido precisamente para limar asperezas.
“Ahora, hay que ver cómo vinieron esos disparos”, y narró lo acontecido en aquella reunión política con los candidatos a diputados y senador por la provincia de San Cristóbal, donde Febrillet fue llevado a mediar, entre él y Montás.
El encuentro había concluido pero él quería precisar un punto con Montás, sobre el dirigente de su proyecto, Willy Pérez. Según Peralta, Montás se alteró, le dio una trompada que lo hizo rodar en el restaurante. Ahí empezó el problema.
“Esa reunión duró desde las 12:30 casi hasta las 4:00 de la tarde, ya hubiésemos tomado unas cinco o seis botellas de vino y parece que los tragos que el compañero Eduard se tomó lo llevó a ser un poco violento”, relató Peralta sin titubeos.
Recordó que Montás fue diputado y que hay vídeos donde se ve que este se fue a los puños en el Congreso, por lo que sugirió al tribunal ver de qué lado es que viene la prepotencia.
La sala de audiencias, repleta, contemplaba sin pestañear a Peralta, mientras daba las inesperadas declaraciones.
Negó que quiera o pretenda hacerle daño a nadie. Sus compañeros de caso, al declarar aseguraron que no lo habían hecho por temor, y que este (Peralta) los tenía amenazados.
El coronel retirado Rafael Herrera, quien fuera jefe de seguridad del empresario del transporte, le responsabilizó de todo cuanto pase a su familia, así sea en algún accidente de tránsito.
Blas Peralta, por su lado, admitió que el coronel (r) Rafael Herrera nada tiene que ver en su caso, pues le había dado permiso la víspera del incidente, pero que sí fue este quien dispuso del arma, contrario a lo que expresó su encargado de seguridad, que estaba en poder del abogado Francisco Taveras.
Según Blas, esos mismos que ayer le atribuyeron la culpabilidad, fueron quienes le motivaron a la persecución contra Montás.“Pero yo no le guardo rencor a ellos”, dijo Peralta. El próximo martes continuará el juicio con la presentación de testigos del Ministerio Público.