PARÍS. Francia acaba de dar señales de querer sumarse a los 49 países donde dar un azote a un niño está totalmente prohibido, incluido en el seno familiar, gesto que se ha hecho esperar en un país donde cada día mueren dos niños víctimas de los golpes de sus progenitores.
Casi cuatro décadas después de que Suecia vetase la educación violenta (1979), la jurisprudencia del país que vio nacer la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano sigue otorgando a los padres el “derecho a corregir” a sus hijos.
No obstante, la Asamblea Nacional francesa ha votado recientemente una enmienda al proyecto de ley de Igualdad y Ciudadanía a favor de la abolición de los castigos físicos en la infancia, que completa la definición de la autoridad parental dentro del Código Civil francés.
“Se trata de un paso simbólico pero contundente”, dijo a Efe el médico y militante contra la violencia ejercida sobre las mujeres y los niños, Gilles Lazimi, “porque por primera vez el Gobierno reconoce que ni siquiera los padres pueden pegar a los hijos”.
De adoptarse definitivamente el texto, a falta del voto a su favor en el Senado francés el próximo 4 de octubre, el artículo 371-1 precisará que los padres deben abstenerse “de todo trato cruel, degradante o humillante, incluido todo recurso a la violencia física”.
Tanto Lazimi como Edith Gueugneau, diputada del grupo mixto de izquierda y una de los tres ponentes de la enmienda, están de acuerdo en que solo se trata de “un primer paso” que debe ir acompañado de campañas de sensibilización.
“Sin embargo esto hará que la sociedad avance”, indicó el médico, que cree que la medida tendrá “consecuencias reales”, porque en aquellos países donde ya hay una ley parecida “se ha detectado una regresión en el uso de los castigos físicos por los padres”.
“Con esta enmienda nuestra voluntad es la de educar y prevenir”, dijo en las redes la diputada socialista Marie-Anne Chapdelaine, que presentó el texto junto a Gueugneau y el diputado del grupo ecologista, François-Michel Lambert.
Gueugneau explicó a Efe que “el objetivo no es penalizar”. Tanto es así que la disposición no va acompañada de ninguna sanción penal para los padres infractores; la violencia ejercida sobre los niños ya está, de facto, penada por el Código Penal galo.
Acceso a fondos
Con la aprobación de esta enmienda, Francia tendrá acceso a 1,7 millones de euros de fondos europeos, que se destinarán a campañas de sensibilización como la del mencionado cuaderno, iniciativa de la ministra francesa de la Familia, la Infancia, y los Derechos de la mujer, Laurence Rossignol.
Aunque Gueugneau cree que el Senado no se opondrá a la reforma, este no es el primer intento de enmienda, y es que la medida toca de lleno un tema delicado en un país donde, según Lazimi, la “tradición católica y la tendencia a culpar de la delincuencia juvenil a una enseñanza demasiado laxa” son en buena parte responsables de la demora de la decisión.
Gueugneau atribuye la tardanza a que al principio de la legislatura ya se aprobó, rodeada de polémica, la ley del matrimonio homosexual y el Gobierno socialista del presidente François Hollande, ha preferido retrasar una decisión que podría volver a generar malestar entre el electorado más conservador.
“Un azote no es necesariamente maltrato físico a los niños”, le dijo un internauta en las redes a Lambert. “¿Diría lo mismo si en vez de ‘niños’ dijese ‘mujeres’?”, respondió el diputado.
La epidemióloga Anne Tursz, directora de investigaciones del Instituto Nacional de la Salud e Investigación Médica de Francia, señalaba a “Le Monde” en 2013 entre 400 y 800 infanticidios por año, “un promedio de casi dos niños muertos cada día por abusos de adultos, en general sus padres”.
La luz verde a la reforma llega después de que el Consejo de Europa decidiese, el marzo pasado, condenar a Francia por no haber prohibido explícitamente los castigos físicos a los niños en contra de la Carta Europea de los Derechos Sociales, que el país firmó en 1961 y que otros países miembros también incumplen.
Según la iniciativa internacional para la Abolición del Castigo Físico a los Niños (ECPC), el Reino Unido, Bélgica, Italia y la República Checa siguen sin prohibir esta violencia en el seno familiar, y al otro lado del Atlántico, los Gobiernos de Estados Unidos, Canadá o Colombia no han dado señales de querer vetarla.