QUITO. Ecuador se movilizó ayer con todos sus recursos para hacer frente a la catástrofe desencadenada por el terremoto de magnitud 7,8 que este sábado golpeó la costa norte del país y dejó al menos 246 muertos y 2.527 heridos, además de un número indeterminado de desaparecidos.
Con la luz del día de este domingo se evidenciaron las destructivas consecuencias de la sacudida en las provincias afectadas, en especial las de Manabí y Esmeraldas, declaradas en emergencia por el Gobierno junto a las de Guayas, Santo Domingo de los Tsáchilas, Los Ríos y Santa Elena.
Además, el estado de emergencia rige en el conjunto del país, que comienza a hacer acopio de medicinas, agua, mantas, carpas y alimentos para hacerlos llegar a lugares como Pedernales y Manta, dos de los puntos más castigados.
El terremoto se produjo a las 18.58 hora local del sábado (23.58 GMT), entre los balnearios costeros de Cojimíes y de Pedernales, en la provincia de Manabí y colindante con la vecina Esmeraldas, que también sintió el impacto de las réplicas.
Descartado el riesgo de tsunami, la búsqueda y rescate de supervivientes se convirtió en la prioridad para las autoridades, que hicieron constantes llamamientos a la calma y a la unidad mientras aseguraban que lo primero es atender a los damnificados.
Los equipos de rescate buscan supervivientes entre los escombros, que dan a lugares como Pedernales, en el epicentro del desastre, el aspecto de un lugar castigado por un bombardeo, como lo describió el ministro del Interior, José Serrano.
Imágenes de televisión mostraban en ese lugar turístico casas derrumbadas por completo y otras bastante destruidas, vías dañadas, hoteles desplomados, gente en las calles llorando por personas fallecidas, desaparecidas o heridas y personas deambulando consternados en medio de polvorientas vías.