REDACCIÓN INTERNACIONAL.Cerca de 25.000 agentes de Policía -la mayoría de ellos pertenecientes a unidades paramilitares- y 3.000 cascos azules velarán por la seguridad durante la visita del papa Francisco a África, que comienza hoy en Nairobi.
En la capital keniana, el Gobierno ha establecido un dispositivo de 10.000 policías apoyados por otros 10.000 voluntarios del Servicio Nacional de Juventud, y ha previsto el cierre del tráfico en las principales avenidas.
Kenia vive desde hace años bajo la permanente amenaza del grupo yihadista somalí Al Shabab, que ha matado a centenares de personas en decenas de atentados como respuesta a la presencia de tropas kenianas en Somalia.
Algunos de ellos fueron especialmente graves, como el asalto de cuatro días a un centro comercial de Nairobi en septiembre de 2013, en el que murieron 67 personas, o el ataque del pasado mes de abril a la Universidad de Garissa, donde hubo 147 víctimas mortales.
La amenaza yihadista propició una planificación de los traslados del papa por Nairobi en un vehículo oscuro y blindado, opción que finalmente descartó el propio pontífice, según fuentes del Gobierno keniano.
Hace dos días, la multinacional de vehículos encargada de fabricar el “papamóvil” desveló el modelo a través de Facebook: será prácticamente abierto, con cristal blindado únicamente en la parte frontal y en el techo.
El gran despliegue de Nairobi se mantendrá en Kampala, segunda escala del viaje papal y ciudad amenazada también por Al Shabab debido a la presencia de tropas ugandesas en Somalia.
Este mismo año, EEUU y el Reino Unido lanzaron alertas conjuntas en dos ocasiones por riesgo de atentado inminente.
Según anunció el Gobierno de Uganda, habrá otros 10.000 agentes en sus calles para garantizar la seguridad de la comitiva papal y de los ciudadanos.
Pero el punto más peligroso será la tercera y última escala del viaje: la República Centroafricana, un país en estado de guerra por el enfrentamiento entre milicias cristianas y musulmanes.
La espiral de violencia comenzó hace dos años y se ha recrudecido durante las últimas semanas, por lo que el Vaticano llegó a plantearse la suspensión de esta escala, algo que también descartó el pontífice.
Allí, la seguridad estará en manos de 3.000 cascos azules africanos, cerca de un millar de soldados de diferentes contingentes internacionales y 500 policías locales.